¿Debería trabajar con influencers para potenciar mi negocio?

Hace 10 años los que conocíamos como influencers eran los grandes artistas, modelos, actores que salían por televisión o en el cine. Las redes sociales le dieron un giro completo al sector y es más común oír hablar de youtubers, instagramers y videobloggers. Este nuevo mercado dio la oportunidad a las empresas de aprovechar la masividad de estos personajes para difundir sus productos y servicios, pero en el proceso la industria sufrió un enorme golpe, descubriendo y sacando a la luz a los seguidores falsos y a los influencers con millones de seguidores y likes, pero que nadie les compra. Esto abre la pregunta ¿vale la pena trabajar hoy con un influencer?

Este es un tema complejo. Antes para que un influencer fuera contratado sencillamente necesitaba tener muchos seguidores, por lo menos demostrar que eran activos y se les pagaba por realizar una publicación. En muchas ocasiones quedaba en el aire la duda de si lo que el influencer hacía realmente había tenido una repercusión en las ventas. Conforme el mercado se fue profesionalizando y las empresas comenzaron a tener departamentos de marketing digital, se dieron cuenta que existen muchos otros factores que influyen a la hora de trabajar con un influencer.

  1. El estilo de vida. Hay influencers que se dedican simplemente a tomar fotos de sí mismos, pero no muestran un estilo de vida, una forma de actuar y de ser. Esto genera enormes dificultades para que una empresa que desea pautar con él, pueda añadir de forma coherente a la vida del influencer el producto o servicio. Es así como aparecen de la nada influencers que nunca parecía que hicieran ejercicio, pero que ahora recomiendan ropa fitness. Este tipo de cosas es lo que hace que la confianza se pierda y, aún peor, la marca se ve afectada también.
  2. Relación marca - influencer. A esa parte del estilo de vida, se añade que los valores y estilo del influencer estén relacionados con la marca. Una marca de productos vegetarianos no puede arriesgarse a pautar con un influencer que, un mes después, sale en una foto comiendo una carne en algún restaurante. Puede que dentro del estilo de vida normal del influencer, este no sea precisamente vegetariano y que en la publicación de la carne no le estén pagando, sino simplemente pasando el rato con sus amigos o familia, pero a la marca sí puede afectar enormemente si las personas lo perciben de mala manera. Lo más importante en el tiempo es que exista una coherencia real.
  3. La cantidad de seguidores no importa mucho. Que alguien tenga 1 millón de seguidores, no significa que las personas hagan caso de lo que dice. Hay influencers que apenas sobrepasan los 10 mil, pero sus seguidores están siempre atentos a todo lo que hace, interactúan y demás.

Después de esto volvemos a la pregunta ¿debería una marca trabajar con un influencer? La respuesta es: depende. No hay nada que diga que una marca deba usar esta estrategia y es un tema que depende específicamente del público objetivo. Por si fuera poco, es complicado predecir si una estrategia de ese tipo puede funcionar o no ¿la recomendación? Prueba. La gran ventaja es que hoy existe algo llamado “micro-influencers” personas con alto potencial de crecimiento que están buscando ganarse un lugar en esta industria y que, a diferencia de muchos influencers grandes, están muy preocupados por hacer las cosas bien, capacitarse en temas de marketing digital y ofrecer el mayor valor posible a las marcas. Muchos de estos incluso tienen el potencial de pasar al siguiente escalón que es convertirse en “embajadores de la marca”.

De igual forma, seguimos recomendado que antes de hacer todo eso, te asesores de forma correcta. Analices si dentro de tu plan de marketing existe cabida para una estrategia de influencers, qué pueden aportar y si entra en los presupuestos disponibles.

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